Mis lecturas
Cada vez que leo un libro respiro profundamente y me adentro en una retrospección inútil sobre cada aspecto del texto tratando de recordar las imágenes más dignas. Sin embargo, descubro que es mejor olvidar cada parte leída para tener la oportunidad de volver a disfrutarla en algún momento de mi, más que finita, existencia.
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La última obra que leí fue El día señalado, de Manuel Mejía Vallejo (1923-1998), y con él recordé que las diferentes visicitudes del ser humano están prediseñadas de una manera trágica. Por ejemplo, nací para estar aquí y en este momento sin un solo sueño para dirigir mi vida, más que trabajar bien, conseguir algunas cosas materiales que no dan felicidad, leer lo que otros han escritos, creer que algún día escribiré algo más o menos leible.
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Antes he leído un libro sobre psiconavegadores, El despertar de Heisenberg, y aquí me vinieron a la memoria las reflexiones que nos hacemos sobre la muerte y lo que sucede con las emociones o con los valores de las personas cuando mueren. En esta obra, del género novela gráfica, se aborda la cuestión sobre algunas circunstancias que hacen pensar que ciertas personas conservan su energía después de morir; los psiconavegadores, además de muchas posibilidades, permite la comunicación con esas personas que están, podría decirse, en un estado intermedio entre la vida y la muerte. Fue escrito por Manuel Gisbert (1949) y trae ilustraciones de Pablo Auladell (Alicante, España, 1972); cuando lo vi sobre la sección de recomendados en la biblioteca que visito con regularidad recordé que una vez escuché sobre las novelas gráficas y cuando lei el tema que desarrollaba me entusiasmé, pues es un tópico que llaman la atención de los jóvenes.
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José Luis Días Granados (Santa Marta, Colombia, 1946) escribió Las puertas del infierno y en esta obra describe la afición de un escritor por las prostitutas; quizá este detalle sea el más evidente, pero ir más allá es difícil porque además de ciertos datos históricos y algunos juegos con la palabra José Kristián siempre desemboca en una habitación con una mujer desconocida que después del disfrute sexual le acarrea una enfermedad venérea. Al parecer, hay una costumbre entre la mayoría de los escritores bogotanos, desconozco si es igual entre los de esta ralea, que consiste en utilizar su arte para conquistar mujeres o consideran que una parte de la vida de quien escribe se desarrolla en burdeles y ceremonias dionisiacas.
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En el libro El oficio de escribir, Ramón Nieto hace una especie de inventario sobre anécdotas y situaciones de los escritores; de igual manera, aborda aspectos relacionados con la literatura como el poder, la política, los géneros literarios (el teatro lo desarrolla como tragedia, comedia y tragicomedia), la utilidad de los libros, suicidios literarios, futuro del libro, entre otros. Este libro me llamó la atención porque trae pequeñas citas y curiosidades de autores que conozco y algunos que desconzco; por ejemplo, que Rómulo Gallegos fue presidente de Venezuela por un corto periodo de tiempo, que Andrés Trapiello coleccionó hasta trescientos títulos para posibles obras literarias o que Jack London se suicidó con una sobredosis de morfina. Es un texto interesante para explicar ciertos conceptos relacionados con el arte de escribir, pero hay datos que son anodinos y poco aporta a la teoría de los libros como es la lista de autores que han ganado el premio Nobel de literatura o los escritores fundamentales según Harold Bloom.
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El develador de las incógnitas es un libro sobre una parte de la historia de las matemáticas, más específicamente sobre los aportes que hizo Carl Friedrich Gauss (Brunswick 1777, Gotinga 1855, Alemania) a la Geometría, la Astronomía y la Matemática. Es uno de los libros de una colección que pretende difundir la ciencias de una manera más sencilla y en un lenguaje claro para quienes, como yo, desconocemos esos temas. En este sentido, aspectos que caben destacarse de Gauss es el descubrimiento del polígono de 17 lados y sus estudios en Geodesia. A veces alardeo con mi desordenado proceso lector y cuando tengo la oportunidad cuento que muchos de los libros que leo los encuentro de manera desprevenida en las biblioteca públicas o universitarias de la ciudad, tal es el caso de El develador de las incógnitas.
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Durante las vacaciones de junio en 2011 leí un libro corto e ingenioso de Sergio Aguirre, Los vecinos mueren en las novelas, en el que se cuenta varios crímenes. Es un texto sobre el arte de la ficción literaria; uno de los personajes principales es un escritor mediocre de novelas policiales y otro personaje importante es una anciana. La historia se desarrolla en el campo inglés, el escritor visita a la anciana y en el transcurso de la tarde conversan sobre ideas para una novela; el libro me sorprendió porque juega con el lector, pues en un principio creí que el escritor asesinaba a la mujer, lo cual es fácil predecir, pero me interesaba saber como se desarrollaba la historia. Sin embargo, mi percepción cambió sólo al final, cuando la mujer empieza a narrar una supuesta parte de una novela que ella había creado. En realidad, la anciana toma protagonismo y es más inteligente que el escritor tanto para imaginar como para perpetrar un crimen.
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Santiago Roncagliolo nos propone en Abril rojo una novela histórica sobre los últimos reductos de Sendero Luminoso, grupo revolucionario o terrorista que llaman de Perú. La historia se desarrolla entorno a los hallazgos fortuitos que hace el Fiscal Distrital Adjunto Chacaltana Saldívar, los cuales lo conducen a descubrir quienes son los verdaderos protagonistas del terrorismo, en este caso, los altos mandos de las autoridades en el gobierno de Alberto Fujimori. Hay una parte del libro en la que el personaje expresa su confusión porque no entendía hacia donde conducían los diferentes acontecimientos en los que se estaba involucrando; a veces sucede lo mismo en otros contextos latinoamericanos, que, en definitiva, no se sabe que es lo que está sucediendo con la democracia o con los brotes de terrorismo cuando se ha dicho, tanto en informes militares muy objetivos como en obras literarias, que las guerrillas están derrotadas. En fin, lo importante es que Abril rojo es de esos libro que leo con avidez, con necesidad de saber que sucederá con los personajes; es de esas historias que me roban el tiempo y que no puedo parar de leer hasta terminarla.
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El ensayo es un género que leo poco, pero por estos días me ha dado por reivindicarme con este tipo de lectura; se trata de una predisposición especial que no puedo explicar. En todo caso, en la sección de recomendados de la biblioteca pública había libros literarios, expositivos, argumentativos y algunas revistas; allí encontré Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad, historia, del escritor Manuel Cruz; no había leído a este autor y desconozco sus ideologías, sin embargo, lo leí con mucha atención porque estoy muy interesado en explorar los discursos ensayísticos, pues, aunque son de los más favorecidos en la difusión del conocimiento en las universidades, los he relegado al igual que la poesía. Una de las fortalezas que posee el texto de Manuel Cruz es que aborda aspectos del tiempo pasado, presente y futuro para explicar los comportamientos del ser humano y la función que cumple la memoria y el olvido en la historia, para ello recurre de manera constante al holocauto y a diferentes formas de totalitarismo; por otra parte, como lo indica el subtítulo, es un libro en el que predomina el tema de la subjetividad y sus implicaciones en las relaciones sociales.
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Dentro de los escritores que debería leerse según el canon literario está Stefan Zweig; no obstante, hay muchos autores clásicos que no he leido porque también considero que no debo leer todo lo que recomiendan. De este escritor solo había escuchado muchas referencias, ahora puedo hablar de su obra El amor de Erika Ewald porque me propuse leerlo para conocer su estilo, nunca antes me había interesado por este escritor aunque me lo han referenciado en diversas ocasiones; la razón por la que me detuve en Stefan Zweig fue en parte por la publicación que hizo el Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia de una serie de sus textos en el ya reconocido Leer y releer. En realidad, el final de la historia de Erika Ewald no cumplió con mis expectativas; sin embargo, me llamó la atención la manera como el narrador aborda los sentimientos de esta pianista, así como la descripciones que aparecen sobre las sensaciones de Erika cuando se enfrenta al amor representado en el violinista que ella acompañaba en los conciertos. En este sentido, desde el inicio me pareció un texto romántico, pero a lo largo de su lectura también se vuelve un tanto sicológico; lo importante, para terminar, es que lo disfruté hasta la última página.
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Con el ánimo de alejarme un poco de la literatura y temas afines, decidí cambiar mis recorridos por la biblioteca pública y me dirigí a la sección de Ciencias Sociales. Allí encontré varios títulos llamativos, pero solo un libro cumplió con todas las condiciones que estaba buscando; se titula Terrorismo. Una breve introducción. Las condiciones a que me refieron son: lenguaje claro, imagen de la portada (no siempre es una condición), actualidad, tamaño (de bolsillo), la editorial, entre otras. Esta obra de Charles Townshend me permitió comprender el fenómeno terrorista desde diferentes puntos de vista, es decir, los argumentos de los grupos terroristas y las explicaciones del estado, pues el terrorismo también se gesta en los debates de los gobiernos democráticamente establecidos. El texto se hace más interesante cuando explica la función de la inteligencia militar, los extremistas, los nacionalistas y los revolucionarios; todas formas de expresión del terrosismo y que poco conozco en tanto que siempre había considerado que quienes producían terror eran personas que actuaban al margen del la ley y de esta manera excluía, por ejemplo, a los grupos paramilitares de la denominación terrorista. Además, este libro deja una bibliografía muy completa que permite rastrear otros textos si ese fuera el caso de querer investigar más sobre el terrrorismo.
BIBLIOGRAFÍA
AGUIRRE, Sergio. Los vecinos mueren en las novelas. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2006, 136p.
CRUZ, Manuel. Las malas pasadas del pasado. Identidad, responsabilidad, historia. Barcelona: Anagrama, 2005, 224p.
DÍAS GRANADOS José Luis. Las puertas del infierno. Bogotá: Espasa, Planeta Colombiana,1999, 148p.
GISBERT, Joan Manuel. El despertar de Heisenberg. Ediciones El ginete azul, 2010, 134p.
MEJÍA VALLEJO, Manuel. El día señalado. Bogotá: Plaza & Janés Editores, 1986, 244p.
NIETO, Ramón. El oficio de escribir. Madrid: Acento Editorial, 1997, 96p.
NOREÑA, Francisco. El develador de las incógnitas. Carl F. Gauss. Bogotá: Alfaomega, Colciencias, 2003, 104p.
RONCAGLIOLO, Santiago. Abril rojo. Madrid: Punto de lectura, 2007, 336p.
TOWNSHEND, Charles. Terrorismo. Una breve introducción. Madrid: Alianza Editorial, 2008, 264p.
ZWEIG, Stefan. El amor de Erika Ewald. Barcelona: Acantilado, 2004, 112p.